Wednesday, June 4, 2008

Artemio Cruz in Spanish

Economía El síndrome de Artemio Cruz


LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS

La novela de Carlos Fuentes, «La muerte de Artemio Cruz» comienza con un anciano Artemio tendido en la cama, sacudido por espasmos, al borde de la muerte y con pavor a abrir los ojos porque no sabe lo que verá si lo hace. Algo parecido sucede con el Informe Económico del Presidente del Gobierno. Se empeña en mirar hacia otro lado, en apartar su vista de la desagradable realidad de la crisis. Por eso, el Sr. Zapatero se empeña en diagnosticar una gripe a un enfermo de cáncer y en administrar aspirinas a quien necesita quimioterapia. Ninguna de las iniciativas planteadas por el Líder Máximo sirve para amortiguar los efectos de la desaceleración ni mucho menos para volver a tasas de crecimiento elevadas. Por ceguera, ignorancia o falta de voluntad política el gabinete socialista renuncia a afrontar la situación. Su comportamiento recuerda al de los gobiernos del tardofranquismo, empeñados en no aceptar que el ciclo expansivo de las décadas anteriores había saltado en pedazos. No tomaron medida alguna para combatir el shock petrolífero de 1973 y la crisis duró diez años, hasta que Miguel Boyer puso en marcha su plan de estabilización en 1983.
La banca ha anunciado que la morosidad se duplicará en nueve meses. Aunque este hecho no tiene por qué plantear problemas de solvencia al conjunto del sistema, sí acentuará la restricción del crédito en la economía española si se tienen en cuenta dos factores adicionales: la potencial crisis de liquidez provocada por la necesidad y dificultad de refinanciar las cédulas hipotecarias; y el inevitable incremento de las provisiones que deberán realizar cajas y bancos para protegerse frente a las bancarrotas que se producirán en el sector de la construcción y frente a los impagos de hipotecas y créditos al consumo provocados por el aumento del paro. Con un millón de viviendas sin vender, las entidades financieras se van a convertir en los propietarios de esos activos y esa va a ser una vía explosiva de aumento de la morosidad. AFI estima que las instituciones de crédito deberán refinanciar alrededor de 40.000 millones de euros en cédulas y otras deudas en la segunda mitad de 2008 y unos 80.000 millones más en 2009. Si bien la solidad del sistema financiero es considerable, será complicado que escape a un escenario de restricción de liquidez que dure más de un año. Ningún desplome inmobiliario conocido ha terminado sin una crisis bancaria y sin una recesión.
Como señaló Edward Hugh en su análisis para el RGE Monitor, el problema para bancos y cajas es encontrar una fuente de financiación estable en el largo plazo para su negocio hipotecario en un contexto en el que los mercados monetarios se les han cerrado. Como nadie tiene idea de cuánto pueden caer los precios inmobiliarios, los incentivos para suministrar recursos a las instituciones financieras son mínimos. Por eso los títulos ligados a las hipotecas, emitidos por las cajas, no son adquiridos por los inversores internacionales a pesar de los elevados tipos de interés ofertados. De ahí los intentos de colocarlos en la red, lo que además de ser una estrategia cortoplacista y de impacto limitado acentúa todavía más la contracción crediticia interna. El famoso «credit crunch» quizá se modere en otros países, extremo dudoso, pero se acentuará en España a lo largo de los próximos trimestres.
Esa situación estructural se agravará cuando el BCE de Jean-Claude Trichet suba los tipos de interés en julio o en septiembre. Así lo descuenta el mercado. El Euribor ha escalado hasta el 5,36 por 100. El crédito será cada vez más escaso y caro. Este hecho impulsará caídas adicionales de los precios de la vivienda, así como del consumo y de la inversión privada que acentuarán las fuerzas recesivas en curso. Si además se suma a ese cuadro clínico las presiones recesivas e inflacionarias de un petróleo muy caro, el panorama es estremecedor. El resultado inevitable es un fuerte incremento del paro, de las quiebras y de las suspensiones de pagos en una espiral recesiva que se autoalimenta sin remisión. Ahora bien, siempre está para calmar los nervios y transmitir confianza la calma tranquila del presidente del Gobierno.n

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